De mis pensamientos renacen un sin fin de imágenes tuyas. Jugueteas con lentitud por la liviandad de tu ser, tu cara aparece profundamente en mi remordimiento, y tu aroma de sol viviente me hace caer.
Caigo en un cubilete de blanco estupor, se levantaran las caricias de mis maquinas con un ruido ensordecedor. En eso, tu cara tan cerca de la mia, se ampliara y tus ojos cristalinos me diran
-Hazz ahh...!-
Tu cordial saludo es sin embargo una muestra de presencia roja.
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